Ya regresé del encuentro ese. Me sentaron junto a José Costa Peuser, director de Arte al día. También estuvo Carlos Martínez Rentería, de Generación. El texto que leí creo que le llegó y se tomó todo de manera personal, así que comenzó a tirar ondas contra la Replicante ("no es tan cabrona como La Pus y La Regla Rota", "pero ya está en Sanborns", "mi revista yo no la veo como un negocio"), y se armó un leve debate.
A mí me tiró uno del público porque dije que Repli era una revista horizontal y en mi texto nombro varias veces a Royer Villarreal, lo cual le pareció incongruente. No había incongruencia, pues mi texto lo escribí como lector de los proyectos de Rochelieu, antes que como coordinador o colaborador. Fue una pifia de mi parte pero ni modos, así es mi tatema.
Pero en general me jué re bien, pus hasta me aplaudieron y varios chavos que hacen fanzines se acercaron para presentarme sus publicaciones. Una chica del claustro me felicitó y me dijo que le gustaba la revista y la moderadora, Alejandra Quiroz me preguntó por qué cuestionaba los fanzines. Para nada: qué mejor que sigan existiendo; muchas veces son mucho mejores que las revistas "pro". Simplemente creo que en el caso particular de Repli se pasó de una edición más rústica típica de los años en que se editaba la Pus a lo que ahora es.
Quedamos de vernos en una cantina cercana al Claustro, pero nunca la encontré y mejor: el debate iba a seguir con alcohol de por medio y así Rentería es más necio aún. Bueno, pues aquí les dejo el texto que leí, a ver qué opinan. Si no opinan nada no hay pedo, pus ya me acostumbré a que nadie comente nada, esnif.
"Estoy aquí para hablarles del proyecto de Roberta Garza y Rogelio Villarreal. Para mí, que antes que nada fui un lector ávido de La Regla Rota y La Pusmoderna, la cosa es muy clara: Replicante sigue teniendo el espíritu desmadroso y abierto de sus antecesoras. El panorama actual es diferente pero solo un poco, pues a diferencia de los tiempos en que aquellas fueron publicadas, ahora abunda todo tipo de revistas. Las hay hasta culturales. Pero la cantidad, como ya sabemos, casi por regla está peleada con la calidad. Exceptuando muy honrosos casos, los estantes están llenos de catálogos de boutiques que hablan de bandas, cineastas, pintores y proyectos hechos por y para juniors, ese segmento de la población que bien podríamos denominar “artistas”. Sí: artistas del engaño.
"Por otra parte, los viejos estandartes editoriales de la cultura nacional siguen allí, pero fuera de que resultan indispensables para saber los últimos chismes de la intelectualidad mexicana, la solemnidad las vuelve en ocasiones francamente intragables. Es que el intelectual no tiene (o no quiere tener) ni una sola pizca de sentido del humor, como si las artes y las letras tuvieran que ser serias para volverse relevantes.
"En Replicante se da espacio a aquellas expresiones que no tienen cabida en ningún otro lado: la gráfica enferma, el cómic, las crónicas duras, la fotografía que prefiere saltarse el lugar común de retratar indígenas y niños de la calle, así como las disciplinas de las que solo sabemos por publicaciones especializadas, como la biología o la lingüística. En vez del clásico retrato en acuarela, un dibujo de Freud en baby doll mientras dice: “¡Ay, chiquilines!”. En lugar de las caricaturas de los ya muy conocidos moneros –quizá demasiado-, alguna ilustración de un artista desconocido pero con mayor vitalidad y fiereza.
"Esa es otra de las principales características de Replicante: dar cabida a los artistas emergentes, esos que para entrar en alguna de las revistas culturales deben esperar a que el editor o el director de arte esté de buen humor. Lo malo no es hacer cola en este medio tan atiborrado, sino que publicar dependa de editores desastrosos y pedantes. Replicante es horizontal. Colaborar en ella no es tan difícil (pero sí): solo se necesita tener propuestas frescas, macizas y que generen discusión. Supongo que en realidad no es tan fácil, pues la experiencia nos dice que las revistas se hacen justamente con los ingredientes opuestos: ideas anquilosadas, blandas y olvidables.
"Replicante destaca porque sabe diferenciarse. Villarreal y Garza aprendieron a dejar de hacer fanzines impresos en papel chafa repletos de colaboraciones más chafas aún, para intentar colarse en donde a la gaceta “contracultural” le da miedo. Ser una revista independiente tiene que ver más con los contenidos que con la presentación, pero las reglas no escritas del underground mexicano han dictado desde siempre que para ser independiente se debe editar e imprimir como en los años 80. Qué raro ser una revista “alternativa” y acompañar textos con viñetitas de hadas y manchones de tinta como esos viejos periódicos de poesía absolutamente olvidables: ¿dónde queda la apuesta por diferenciarse?
"Después de que brotaran tantas y tantas revistas “radicales”, lo mejor era publicar una revista sin adjetivos. Replicante no es alternativa, ni contracultural, ni vanguardista. Replicante es simplemente una revista de cultura, pero no de la cultura tal y como la entienden los editores tradicionales. Es bien conocido el gusto de Villarreal por levantar ámpula en este medio en el que se acostumbra a ser totalmente condescendiente por miedo a perder la chamba o los cuates. A hacer crítica sin criticar. A no burlarse. ¿Por qué en las cantinas, esos lugares de encuentro de la intelectualidad, se comenta que Octavio Paz tenía voz de pito y no se puede hablar de ello en voz alta? ¿Por qué las críticas de los libros se hacen solo leyendo los boletines de las editoriales y la contraportada de los libros? ¿Por qué ser autocomplacientes y no buscar colaboradores que verdaderamente rifen? ¿Cuál es el miedo? ¿Perder las becas y los anuncios de restaurancitos?
"En un país en el que los muy pocos lectores optan por las propuestas más elementales, al equipo detrás de Repli no nos deja de sorprender que la gente verdaderamente lea los contenidos de la revista. Aunque ese es el objetivo, podría no suceder: yo mismo en muchas ocasiones sólo hojeo las revistas culturales pero no las compro ni me detengo demasiado en sus contenidos porque, aceptémoslo, la mayoría son brutalmente aburridas. Si siempre nos hemos quejado de que la cultura no tiene más adeptos por su terrible hermetismo y seriedad militante, ¿por qué repetir la fórmula? Mejor no tener una fórmula o, por lo menos, irla creando en cada número.
"Queremos que el número de lectores crezca y que la revista no se quede solo en el DF. Por eso se ha optado porque la distribución no sea la típica de antaño, esa que se basaba en regalar números a los cuates y esperar a que las pocas librerías dispuestas a mover nuestras publicaciones lograran vender un ejemplar. Eso sería condenarnos a que los lectores volvieran a ser nuestros 3 amigos. Cuesta trabajo y esto no habría sido posible hace años, pero, como dijera Damon Albarn: “there´s no other way”. No hay otra forma de hacer las cosas. La industria editorial es eso: una industria y un negocio, así se hable de publicaciones independientes. Preferiría ver el fanzine Invasión convertido en una publicación de alta calidad y solvencia como la vieja Ben is dead de San Francisco, porque tiene con qué. Ojalá el culto que generan ciertas publicaciones subterráneas llegaran a más gente porque supongo que la idea del editor es que su publicación se venda. Dejar el ostracismo aferrado y autoimpuesto para que, ahora sí, por fin, exista eso que llaman la escena cultural independiente. Si no, seguiremos siendo recordados como las “jóvenes promesas” del under, reconocidos solo por otros borrachos en las cantinas y por los puesteros del Chopo.
"Quiero agradecer, a nombre de Roberta y Roger, que estén aquí, escuchándome, pero agradecería aún más que compraran la revista y, mejor aún, la leyeran. Y si es posible, que reaccionen. No le saquen."