Tuesday, August 09, 2005

CRÓNICA TARANTINO

...obviamente, si no he posteado nada es porque tengo demasiado trabajo. Pero en calidad de mientras, y gracias a mi hermanita Lou, pude recuperar mi crónica de un viaje a Tonatiuh. Creo que vale la pena leerla. No les pido que lean algo tan largo, pero si acaso se atreven a hacerlo, les garantizo que está buena. Gracias.
TONATICO BEACH
Antes de que un nervous breakdown me atacara sin piedad y la migraña, el derrame cerebral, la parálisis facial y demás calamidades se cirnieran sobre mí, decidí irme de vacaciones con la Ferucca y dos de nuestros perros -el Piusberto y Mumu-; así que tomamos la carretera (más bien la Fer, pues yo no manejo y no creo aprender a hacerlo en unos cuantos años) con rumbo a Tonatico, el último pueblo del EdoMex antes de Guerrero. Allí está la casa que fuera de sus abuelos y que tuvieron el mal tino de construir en la zona más alejada del pueblo (que por un lado es chido, pues sólo pasan de vez en cuando algunos campesinos vendiendo galletas o duraznos, pero por otro, y si le suma uno que está junto al balneario municipal, nunca llega el agua y las calles son las únicas que faltan por pavimentarse).Hace unos 3 años, en otras vacaciones, llegamos para enterarnos que unos maleantes la habían quemado. En la casa no hay nada robable, y creemos que por ello los susodichos, encabronados, optaron por prenderle fuego. No se logró quemar toda a pesar de que las llamas estaban justo debajo del tanque de gas, y por alguna extraña razón no se quemó toda, sino "solo" un cuarto, aunque sí, el resto del lugar quedó tiznado. Así, llevamos todos estos años reconstruyendo lo que antes era un paraíso. Tras el siniestro, dejamos de ir por un año y todo empeoró: las tuberías, por la falta de uso, se taparon, la maleza creció sin control y el agua de la alberca se volvió verde y la fibra de vidrio se deformó.La labor está casi concluida, y ya hay una lista de amigos que irán a una gran fiesta cuando todo vuelva a la normalidad. Mientras tanto, cada que vamos nos lanzamos al balneario, famoso por su agua termal curativa y las hordas de nezayorquinos que se meten al agua en ropa interior y con calcetas.
El clima no era favorable, pues las tardes eran lluviosas; hasta que el sol se decidió a salir, quemándonos la piel como si fuera la primera vez que nos asoleáramos. Allí vimos a un niño de unos 4 años hiperactivo (o más bien normal, comparándolo con el resto de niños apendejados que necesitan flotis para nadar) lanzarse 15 veces del tobogán); una familia de freaks (y no estoy siendo despectivo, sino descriptivo, pues parecían modelos auténticos de Diane Arbus), gays y lesbianas (que abundan en Tona) y un clon del Buki que sirve cervezas, botanas y fruta con chile en polvo.La vida del pueblo es tediosa, repetitiva y explica en gran parte que la gente procree tanto hijo: si vas de vacaciones, todo parece nuevo, pero la misma escena que ves el sábado se repite el resto de la semana, aunque los pretextos varían: a veces la gente se reúne en las plazas porque es fin de semana, otras porque se festeja al santo patrono del lugar (como nos tocó a nosotros, pues en Tona se celebró a un par de santitos con castillos pirotécnicos y kermesses), pero en realidad, la gente no tiene muchas opciones para pasar el rato. Hay algún bar, pero a las cantinillas no entran las damas y la disco... pues digamos que no me gustan las discos así que jamás he entrado y no sé cómo sea, pero me la puedo imaginar como cualquier otra. Y es que las discos son una muestra de que todos los seres humanos son iguales, estés en Los Cabos o en Tonatico: a la gente le gusta la música naca.
Ixtapan de la Sal es la ciudad y Tona el pueblo. Ixt es como el DF: la gente parece maleante y las calles son sucias y están llenas de basura. Ambos lugares se quedan sin hombres una buena parte del año pues muchos se van a los States a chambear de lo que sea, y las mujeres se quedan a engañarlos. Cuando regresan, los hombres ya no son gente de campo, sino cholillos con pantos caídos, playeras que dicen Shady, Ecko, o cualquier distintivo que sea o por lo menos parezca del varrio, ese. Llegan, agarran las trocas (esos vehículos a los que antes de irse les llamaban camionetas), les ponen bocinotas de las que sale lo que les enseñaron que era Hip Hop y Rock duro (Kumbia Kings, los Cranberries, 50 Cent), y cuelgan DVDs portátiles y el sonido brota a mil, mientras dan vueltas alrededor del jardín central, para apantallar a las chatitas con las que con el tiempo formarán una familia que, again, se llenará de niños sin futuro que buscarán alcanzar el sueño americano aunque con cada vez menos expectativas.Esto último lo pude comprobar una tarde en una marisquería, en donde un par de ixtapenses discutían sobre su incierto futuro y cuya conversación tomó tintes Tarantinianos. La trascribo a continuación:
- ¿Sí te vas a ir conmigo en septiembre?
- Sí, sólo que me den los resultados.
- Pues si ya sabes que estás de la chingada.
- Sí, pero quiero ver mis resultados.
- Vamonos a Idaho o Florida. Mi hermano está en un lugar que se llama Amarillo.
La plática sigue y de pronto comienzan a hablar de la legislatura local. Uno le pregunta al otro si se sabe el artículo equis y cierta fracción. Entonces comienza a recitarla de memoria. De fondo suena Amar y querer, de José José en versión easy listening, y los dos comienzan una disertación sobre la discografía del Príncipe de la canción, con fechas de lanzamiento y todo. Justo como en Reservoir dogs, de Tarantino.
- A ver, ¿en qué año grabó esa canción?
- No sé, a ver, ¿en qué año?
- En _________________
- Mmmhhh...
Entre que yo mismo me estoy despachando un filete atascado de ajo y una cerveza, y que los dos están sentados en una mesa muy lejana, media conversación se me escapa. Cuando puedo volver a escuchar están hablando de la escuela.
- Quiero volver a la escuela...
- Pero, ¿no que ya te habías dedo por vencido?
- Pues sí, pero hay que estudiar algo, ¿no?
- Pues...
Y así siguen. Nosotros salimos para regresar a casa. Es el último día antes de regresar al DF. Nos da tristeza. La casa se quedará nuevamente sola, aunque ahora contamos con el apoyo de un hombre que cuida un terreno que está al lado. En realidad no cuida nada, pero el hecho de que vive al lado y tiene un par de perros (uno de ellos muy grande, posiblemente un mastín), nos da un poco de seguridad, a pesar de que el tipo se la pasa fuera de su casa de lámina casi todo el día y cuando está presente se nota su leve demencia por los años de consumir alcohol y, quizá, solvente. Al otro día limpiamos la casa y esparcimos veneno para ratas y hormigas porque la casa está rodeada de esos insectos. La verdad es que la casa se encuentra rodeada de toda clase de bichos que algún día tendremos que expulsar de ahí: grandes hormigueros con hormigas de todos tipos: grandes, chicas, rojas, negras y que, todas, pican horrible las malditas. Un panal de abejas que se formó dentro de la chimenea de la casa. Hora de llamar a los bomberos. Una colonia de unas moscas extrañas que viven en el subsuelo y que dicen que son curativas –en el campo todo es curativo- y que parecen hormigas con alas. También, una noche tuvimos que ir a dormir a otro cuarto porque en el que pensábamos descansar había unos 4 alacranes que nos tardamos en matar como 2 horas. Y para rematar, encontramos excremento de rata por toda la casa. Debe ser un ratón campirano, pero prefiero que viva afuera que dentro de la casa.
Así que dejaremos a nuestros amigos los bichos mientras que nosotros regresaremos a la “civilización”: las calles llenas de basura, los miles de autos, la gente malhumorada, mi tensión, el cielo que no se puede ver, los edificios horrorosos, los muros grafiteados (ya sé que escribo sobre graffiti y street art, pero es difícil acostumbrarte a ver las paredes repletas de spray cuando vienes de vivir por una semana en el campo, en donde el contaminante visual son las mantas de los priistas que detentan y/o buscan el poder), los perros callejeros, los puestos de tacos de muerte lenta.
En Ixtapan se iba a realizar una expo municipal de graffiti. Me hubiera gustado estar hasta ese día, pero tuvimos que regresar antes. No sé si lo que hubiera visto me habría gustado, pero sí que ya en la carretera fuimos testigos de un fenómeno que solo la naturaleza puede ofrecer y que no solo me gustó, también me asustó: la mitad derecha del cielo (el lado de Tona e Ixtapan) era azul, con nubes blancas que dejaban pasar los intensos rayos del sol. En el lado izquierdo, que correspondía a Toluca, el techo del mundo estaba tapizado con nubarrones oscuros y podías ver cómo llovía en alguna parte de la sierra. Negro absoluto. Así me sentía: de la claridad a la oscuridad; de la tranquilidad a la demencia; de la limpieza a la suciedad. La ciudad no abre los brazos para recibirte; lo que abre son sus fauces de donde te escupe con cierta regularidad para que recuerdes que todo aquello que sale en los documentales sí existe y no pierdas la cordura. Yo estoy recuperando mis taras, mi angustia, mis tics, mi tristeza, mi histeria y mis dolencias. Cuando esté nuevamente al borde, tomaré la carretera con Fer, le pediré que suma el pie en el acelerador y no frene ni volteé para atrás, que el monstruo puede hincarnos el diente y ya no dejarnos ir.

2 comments:

Anonymous said...

Pa´ eso estamos!!! ...

Anonymous said...

Que fácil calificas a Ixtapan de la Sal como una ciudad de calles sucias y a su gente como maleantes. Creo que no tienes los elementos suficientes para llegar a esa conclusión. Sería como decir que todas las calles del D.F. estan llenas de baches y todos los chilangos son perredistas o narcotraficantes o ladrones, pero yo conozco chilangos de bien y zonas de la ciudad realmente HERMOSAS.

Saludos y siguenos visitando en Ixtapan de la Sal y Tonatico, investiga un poco, las tradiciones de esta zona son muy interesantes y entretenidas y la gente es de lo mejor.