Sunday, April 19, 2009

Having babies


Cuando le comenté a mis amigos que Ferucca y yo estábamos esperando un bebé, Pablo Santiago lanzó una predicción que se ha cumplido hasta ahora: si de por sí tengo medio olvidado este blog, con la niña sería peor: no iba a tener nada de tiempo.
En estos meses de espera, además del diluvio de trabajo que he tenido, hemos estado construyendo el nido a marchas forzadas: preparar el cuarto del bebé -más bien, de la bebé-, alistar nuestro propio cuarto para cuando llegue, etc. Y por eso mismo he estado mucho más activo en Facebook que acá, pues escribir un post toma muchísimo más tiempo.
Esta semana puede que sea la última de Fer con su pancita, pues ya se acerca el nacimiento o, en su caso, la inducción del mismo. En pocos días voy a ser papá.

Una noche hace ya unos diez años, en casa de Carlos Jaurena nos juntamos un pequeño grupo de los que pertenecíamos al conocido como underground del DF: Willy Fadanelli y Yolanda, Armando Pérez, Javo Caballero -creador de la mítica Fakir-, Wenceslao Bruciaga y yo. Wences y yo le echábamos una mirada a la colección musical de Jaurena y poníamos sus casets de Shonen Knife o The Cure. Esa noche Javo anunció que iba a ser papá y Wences y yo le empezamos a decir, muy irrespetuosamente, para ser sinceros, que nos daba hueva.

No es que en verdad me diera hueva. Más bien me desesperaba el entusiasmo. Cuando era estudiante me gustaba hacer la misma clase de comentarios sobre otras cosas. Una compañera profesaba una adoración por Kurt Cobain que a mí me parecía excesiva. Entonces yo salía y decía: "lo mejor que le pudo haber pasado fue suicidarse". Cosas de ese tipo. Mi comadre Elena me dijo: "no dejes que te vendan la idea de que la paternidad es lo máximo en la vida. Sí es chida pero no para tanto". De ciertas amistades recibí comentarios de ese tipo, que a un sensible deben ofender. Pero estoy totalmente de acuerdo.

Wences y yo decíamos esa clase de aberraciones. Yo mismo en la escuela hice amigos con quienes toleraban mi sentido del humor, pero que, inteligentemente, sabían que estaba bromeando. Éramos mucho más jóvenes, y definitivamente tiene que ver con un deseo de destacar y dejar salir las ideas, por más terribles que parecieran. No se trata de hacerse los malos, pero sí de escandalizar. A mí eso me divierte mucho, pero debe ser insoportable aguantar a alguien así. Esa noche Jaurena nos dijo: "y a mí me da hueva la gente a la que le da hueva todo", y poco más tarde nos pidió que la siguiente nos la tomáramos afuera.

Hay ideas terribles e inconfesables. Cuando nos enteramos que cierto colaborador de Gorila había tenido un bebé, el editor y yo coincidimos: "hay gente que no debería procrear". ¿Duro? Pero, ¿solo nosotros dos hemos pensado algo así? En fin que, como no me gusta ser hipócrita, no voy a decir: "pero ya he cambiado, no lo vuelvo a hacer".

Por otro lado, alguien me preguntó cómo íbamos a llamar a nuestra bebé y cuando le dije, me espetó: "deberían de ser más originales, por eso yo si llego a tener un hijo le voy a poner...". Bastó con eso para bloquear a esa persona de mi correo y mis redes sociales. (Ey, si lo hubiera dicho con gracia, yo habría sido el primero en reírme, pero se trataba de una persona de esas, infecciosas, insoportables, you know)

¿Contradictorio? Pues, el ser humano es así ¿no?

Ahora simplemente estoy interesado en mi bebé y mi mujer. Mis amigos se han portado muy bien con nosotros. Y dos de las personas que yo más aprecio también se convertirán en papás. Estoy muy contento por ellos. Roger Villarreal nos preguntaba: "¡¿Qué está pasando?! ¡Todas están embarazadas!", y hablamos, con pura ironía, de una especie de ola de optimismo en tiempos de crisis, aunque ser mexicano es, por regla, ser hijo de la crisis, no importa el momento ni la generación. Por mi parte sigo pensando que el ser humano es despreciable, que ya somos muchos, que el 90% de los humanos son -somos- escoria. Me siguen afectando más las noticias sobre maltrato animal que ver niños desnutridos.

Viendo la evolución del embarazo de mi mujer estoy convencido de que es un proceso impresionante, increíble, casi mágico. No lo puedo creer. Quién sabe cómo nos vaya de aquí en adelante, pero, eso sí, nuestra hija fue muy deseada. Ambos pasamos de un convencimiento de años de que no tendríamos hijos a uno más fuerte: el de querer tener un bebé de los dos. Dice Guillermo Núñez que de seguro lo que quiero es arrebatarle la torta que traerá bajo el brazo.

Sea, trataré de postear un poco más. No lo prometo, pues viene una nueva etapa. Sin dramatismos, pero más difícil, supongo.